martes, 31 de agosto de 2010

El movimiento se demuestra andando...

Orden puesto, armario ahuecado, apuntes encarpetados y Diógenes tratado (por lo menos, de momento...). Lo de aprender a vivir conmigo aún está en proceso, creo que siempre será así. En cualquier caso, quiero playa, quiero chiringuito y quiero salir de Madrid unos días más, para cogerlo con ganas de darle un buen mordisco... El movimiento se demuestra andando...

martes, 24 de agosto de 2010

Esta noche me las piro a enseñarle los dientes al mundo contigo...

Vuelta a Madrid... Agobio. No es culpa de los coches ni de la gente... Es culpa de un aislamiento autoimpuesto. 50 días desconectada, metida en una burbuja, a.k.a. Piedraescrita, cogiendo trocitos del mundo de verdad cómo y cuándo te interesa... Acostarte a las 4, levantarte a las 8 y sentir que no estás aprovechando el día... Volver a Madrid, recuperar las horas de sueño perdidas y saber que no estás aprovechando el día.

Vértigo ante la idea de volver a la vida que detuviste hace 50 días... Agobio al comprobar que no se ha detenido, que ha seguido su curso sin ti, sin consultarte... Bloqueo. Encontrar cambios y no saber cómo reaccionar ante ellos...

Tienes la posibilidad de comerte el mundo... Puedes quedarte ahí sentada, hecha un ovillo, mirando y sin atreverte a dar el primer mordisco, o puedes lanzarte y dejar que su jugo invada tu boca.

Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Walt Whitman

Poner orden, hacer hueco en el armario, meter los apuntes del curso pasado en carpetas... En definitiva, luchar contra el síndrome de Diógenes, convencida de que ése es el primer paso para volver a empezar, un lavado de cara para acostumbrarte a vivir contigo una vez más...

Esta noche me las piro a enseñarle los dientes al mundo contigo...
Marea (Marea, La Patera, 2001)

sábado, 21 de agosto de 2010

50 días de campamento y alguna herida de guerra...

Un cuaderno con las tapas desgastadas, visiblemente engordado, y un montón de papeles con juegos, culpables de la nueva talla de lo que pretendía ser una libreta para tomar notas... Arena en la mochila, en las botas, en las zapatillas... Duchas con la bañera a la mitad y el tapón puesto... Ropa con manchas de harina y témpera, varias coladas... Restos de harina en el pelo (resistente, a prueba de liendreras)... Raspones en todo el cuerpo... 225 nombres, algunos repetidos... 225 caras, todas diferentes (incluso las de los gemelos taciturnos que se zumbaban en cuanto les dabas la espalda).

50 días de campamento y alguna herida de guerra...