lunes, 19 de septiembre de 2011

Seamos sinceros: me quejo de vicio

Choose Life. Choose a job. Choose a career. Choose a family. Choose a fucking big television, choose washing machines, cars, compact disc players and electrical tin openers. Choose good health, low cholesterol, and dental insurance. Choose fixed interest mortage repayments. Choose a starter home. Choose your friends. Choose leisurewear and matching luggage. Choose a three-piece suite on hire purchase in a range of fucking fabrics. Choose DIY and wondering who the fuck you are on a Sunday morning. Choose sitting on that couch watching mind-numbing, spirit-crushing game shows, stuffing fucking junk food into your mouth. Choose rotting away at the end of it all, pishing your last in a miserable home, nothing more than an embarrassment to the selfish, fucked up brats you spawned to replace yourself. Choose your future. Choose life.

John Hodge (Trainspotting)

Y, sí, eliges una vida, un trabajo, una carrera, ¿una familia? A partir de aquí algo falla... No quiero ser uno más del redil... Tampoco quiero ser la oveja descarriada. El mal camino es demasiado tentador, pero remar contracorriente tiene su precio.

¿Eliges una vida? Quiero pensar que sí, que tengo el control, que no hay nada escrito para mí. Hay que reconocer que no eliges dónde naces, y eso, de entrada, limita (o, al menos, condiciona) tus futuras elecciones... Pero tiene que haber un plan B, siempre, ¿no? ¿El eterno debate entre el querer y el deber sería posible sin un poder de por medio? Qué fácil se ve todo cuando siempre se puede...

Y todo esto porque me han cambiado el horario de una asignatura-de-obligatoria-asistencia y ahora sí se me solapa con otra asignatura-de-obligatoria-asistencia... Qué no diré cuando me pare a pensar en las injusticias y los problemas de verdad, esos que a mí, por nacer donde nací, no me tocan... Seamos sinceros: me quejo de vicio.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Brindis por los amantes de la noche

Uno frente a otro, la tensión les envuelve en la noche de una ciudad cualquiera. Pongamos que hablo de Madrid. Uno frente a otro, los cuerpos clavados en el suelo. Parece que les fuera la vida en ello. Uno frente a otro, las palabras escasean. Demasiados esfuerzos para articular palabra. Uno frente a otro, dos espadas a punto de chocar. Un solo golpe podría llevarse toda la tensión por delante.

Él cuenta hasta tres, hasta diez, hasta cien, en silencio. "...hasta que, por fin, para poder hacer algo dejé de pensar en lo que iba a hacer" (1). Un disparo a quemarropa. La pasión se desborda, la magia se esfuma. Ella retrocede y huye.

Puede que el beso que nunca llega sea mejor que cualquier otro. Puede que la realidad no sea suficiente. Puede que lo perfecto del deseo sea mejor que lo imperfecto de lo real, con sus defectos, sus decepciones... Puede que, por eso, Endimión eligiese el sueño eterno, del que sólo despertaba para recibir a Selene. Sea como fuere, nuestro querido Casanova no tuvo más remedio que volver solo a casa esa noche. Quizás los sueños le acompañen.

Cuando vemos que nuestra imaginación no da más de sí, nos levantamos, nos sacudimos la ropa y nos mezclamos entre ellos como si no pasara nada (aunque siempre pasa algo). Hoy he escrito yo la historia. La próxima te toca a ti. Brindis por los amantes de la noche.

(1) Por el camino de Swann. Marcel PROUST.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

WhatsApp resuelve la incógnita

Césped recién cortado, compañeros cada vez más jóvenes... Parece que estoy condenada a no recibir clases: ahora son los profesores los que me dejan plantada, el karma me la devuelve por 8 años de absentismo.

Una vez más, la tecnología rompe la magia: cambiamos cartas por e-mails, libros por e-books... Y ahora se acabó lo de ir a la universidad con la duda de si estarás solo, si habrá algún conocido: WhatsApp resuelve la incógnita.