miércoles, 4 de septiembre de 2013

Dichas, que no recitadas...


Escrito está en mi alma vuestro gesto,

y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.


Soneto V (GARCILASO DE LA VEGA)


La mirada desviada. Quizás, vergüenza. Quizás, un gesto inconsciente fruto del esfuerzo por recuperar las palabras leídas y memorizadas tiempo atrás. Las letras, las sílabas, los versos, las estrofas van cayendo. Y la mirada sigue desviada. "Yo no nací sino para quereros". Y las miradas se encuentran. Las letras, las sílabas, los versos y las estrofas continúan cayendo. Y el tiempo no se detiene, pero se contagia de ese instante de expectación que te quedas para ti cuando coges aire para soplar las velas.

¿Sabes que ayer me dijiste que me querías? Bueno, en realidad ni tú ni yo lo sabemos, pero salía una bonita historia... Hermosas palabras las de Garcilaso. Dichas, que no recitadas...

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