Si pronuncias mi nombre, desaparezco. Curiosa cosa el silencio. Me gusta y me
desconcierta a partes iguales. Incluso contigo (o sobre todo contigo) me gusta
y me desconcierta a partes iguales.
Charlatana, devota de la jarana, de la música y del centro
de Madrid. Con tanto trajín, a veces cuesta imaginar la vida en
silencio. Cuesta pensar que, en algún momento del día, los decibelios den
tregua. Pero la dan. Y por mucho que tenga (merecida) fama de hablar por los
codos, o que una buena conversación pueda tener el mismo efecto que un maratón
de temazos en un bar de mala vida (soy una optimista, no conozco los bares de mala muerte...), me gusta sumergir la
cabeza debajo del agua y sentir cómo los sonidos llegan amortiguados hasta el
punto de hacerse prácticamente imperceptibles. Me gusta un ascensor vacío y un
cigarro a solas.
Pero hablábamos de ti, ¿no? Bueno, del silencio contigo, que parece que el silencio en soledad es más fácil...
Pues eso, que me gusta y me desconcierta a partes iguales. Me gusta el silencio
tranquilo, solo interrumpido por el humo exhalado procedente del ‘cigarro de la victoria’.
Parece que las vistas desde lo alto de cualquier montecito que ofrezca un poco
de perspectiva mejoran.
Mia
Wallace: ¿No los odias?
Vincent
Vega: ¿El qué?
M.W.: Estos
incómodos silencios. ¿Por qué creemos que es necesario decir gilipolleces para
estar cómodos?
V.V.: No lo
sé, es una buena pregunta.
M.W. Entonces
sabes que has dado con una persona especial. Puedes estar callado durante un
puto minuto y compartir el silencio.
Mia Wallace (Uma Thurman), Vincent Vega (John Travolta). PULP FICTION
¿Y el silencio que desconcierta? El que habla de ti. Bueno,
mejor dicho, el que no habla de ti.
El que
calla, otorga.
Eres dueño
de lo que callas y esclavo de lo que dices.
Es mejor
permanecer callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas
definitivamente.
El silencio
por respuesta.
Si nos ponemos, podemos tirarnos horas con frases célebres
al respecto, pero supongo que para mí el silencio por respuesta no es respuesta.
En el mejor de los casos, me deja en el mismo punto en el que me encontraba
antes de hacer la pregunta (eso cuando la hago). En otros, en cambio, intento
poner letra al silencio, con tan poco acierto que termino rellenando los huecos
con mis propios pensamientos, con mis esquemas mentales, con mis pájaros en la
cabeza… Y, claro, poner mis palabras en tu boca es algo tan disparatado como lo
sería medirte con mi propio rasero o como intentar hacerte a mi imagen y semejanza
(cosa que, por cierto, me viene grande y que nos obligaría a comprimirte en mi metro-cincuenta-y-pico).
Vamos, que a veces es mejor dejar espacio al silencio. Cuando lo cómodo es el silencio…
NOTA DEL AUTOR: otra famosa cualidad del autor (esta menos merecida) es la de hablar mucho y contar poco, así que no conviene tomar sus palabras al pie de la letra...
NOTA DEL AUTOR: otra famosa cualidad del autor (esta menos merecida) es la de hablar mucho y contar poco, así que no conviene tomar sus palabras al pie de la letra...