martes, 25 de junio de 2013

Ya hablaremos del jueves...


26 de mayo

Madrugón, paseíto hasta las oficinas de un importante grupo editorial, cruzándote con los últimos supervivientes de las fiestas del barrio. Llamadas de personas que se retrasan (metros que no llegan, controles de alcoholemia y demás contratiempos en el momento más inoportuno). Gente, mucha gente. Periódicos bajo el brazo y, entre las manos, hojas impresas con los titulares de las últimas semanas, presidentes, ministros, capitales y demás cosas que recuerdan cómo está el mundo... En la memoria, un sinsentido de datos y las palabras de un profesor de primero ("Los de Periodismo no leéis el periódico, los de Comunicación Audiovisual no vais al cine y los de Publicidad hacéis zapping, no sé dónde vais..."). El tiempo ya ha robado 30 minutos a la hora de la convocatoria y se empieza a llamar a los aspirantes por orden alfabético. Los de la erre aún tendremos que esperar...

"Siéntate aquí, por favor". Recibes las instrucciones, una chica al lado, angustiada, te pregunta si tienes un bolígrafo. "Sí, claro, ahí tienes". Preguntas a una de las chicas que está repartiendo las hojas si te puede dejar un bolígrafo, porque el tuyo es verde (que, como color de la esperanza está muy bien, pero para rellenar un examen puede quedar un poco forzado...).

Primera hoja, rellena tus datos... Nombre, apellidos, formación, idiomas, preferencias... (¿Preferencias? Aquí ya empiezan las dudas). Segunda hoja, corrige la ortografía de unas páginas de periódico. Tercer bloque de hojas, test de actualidad, en el que descubres que la actualidad es mucho más que un par de periódicos, capitales, presidentes y demás. Cuarta hoja, reportaje sobre un tema que no te es desconocido pero que no tienes muy claro cómo abordar... Y en papel. El terror a la página en blanco golpea de nuevo. Subrayas, piensas, escribes, tachas, en busca de la primera frase. La frase más importante de tu vida, que llevará a la segunda frase más importante de tu vida y así hasta 50 líneas. Nada, no hay manera. 30 minutos después de la 'hora tope' entregas un texto respecto al que sientes de todo menos orgullo y sales. Sales a la calle, el Sol ha ganado la fuerza suficiente para usar gafas y aprovechas la 'máscara' para llorar.

A este episodio le siguieron unos cuantos días de "diez años cegada con esto y resulta que no valgo", mensajes para restar importancia y demás, pero tampoco hay que volver a eso otra vez. A fin de cuentas, aún quedaba una asignatura por delante, la asignatura que te había tenido amargada durante meses (tantos como para hablar de años) y con la que no conseguías encontrar la clave. Los días van pasando, se acerca el examen y decides que es el momento de tirar la toalla... Total, ¿de qué te sirve el título si no has pisado una redacción en tu vida?

Cafés, helados, cervezas... Todos los trucos posibles para convencerte de que rendirse no es una opción. Nada.

7 de junio

Roland Garros, cuarto set. Primer set para Nadal, segundo para Djokovic, tercero para Nadal y va ganando el cuarto. Djokovic se viene arriba y gana. Habrá que esperar al quinto set. El serbio está que se sale y tiene a Nadal de un lado de la pista a otro. Los comentaristas reparan en ello, pero añaden que Djokovic tendrá que ser el mejor, "porque Rafa no le va a regalar nada". Llega el "fatídico 4-3" y Rafa consigue darle la vuelta a la tortilla. Bolas imposibles, carreras imposibles, todo imposible, pero lo consigue.

Al rato, una conversación con tu padre sobre la asignatura, planes de futuro y dejarse la piel.

Y te encuentras diciendo: "No es que haya tirado la toalla... Es como si me hubiera metido en un laberinto, no supiera salir y no hubiera nadie viéndolo desde arriba para decirme "Es por ahí", ¿sabes?"

Las alas arriesgadas de Ícaro, la incansable pelea de Nadal y, cómo no, tu padre, te hacen ver las cosas de otra forma... Así soy...

"Sabes que hay poco tiempo y que va a ser una semana de infierno, ¿verdad?". "Sí, y probablemente no sirva de nada, pero que no se diga que no he hecho todo lo que estaba en mi mano... No puedo dejar que lo de hace unos días me afecte... Además, ¿te imaginas qué tonta me sentiría si me dejara esta asignatura por la prueba y, de repente, me llamaran?".

Y así empezó la semana infernal, que se convirtió en dos semanas infernales, de e-mails, llamadas, entrevistas, etc.

13 de junio

Día del examen, online, fecha límite para entregar los reportajes, prorrogada de forma indefinida. Bromas sobre la posibilidad de hacer tu último examen fumándote un cigarro (o varios), comiendo o, incluso, tomándote una cerveza. El examen no aparece en la plataforma virtual. Nervios, entrevista en un rato y el examen sigue sin aparecer. E-mails y rumbo a la entrevista. Un cigarro antes de entrar y una llamada. "¿B.? Hola, te llamo de blaublau, para las prácticas de verano, empiezas el 1 de julio". Tiemblas, abrazas, ríes y no tienes tiempo para más, porque hay una persona esperándote.

Vuelves a casa y, sí, esta vez sí está el examen.

A este episodio le siguieron unos días de más entrevistas, de meter la pata, de buscar datos, de escribir, de borrar, de pedir opinión... Último reportaje publicado, pasemos los audios. Grabadora y ordenador que no se entienden. Grabar las grabaciones con la grabadora del móvil (¡toma redundancia!), pasarlo a un formato de audio en cristiano, enviarlo y esperar.

24 de junio

Convocatoria JUNIO. Calificación APROBADO. Definitiva NO. "Escribidme a blaublau o llamad vía Skype si hay algo con lo que no estéis de acuerdo. El jueves cerraré actas".

Ya hablaremos del jueves...

P.D.: GRACIAS, sabes que te lo digo a ti... Has dividido el trabajo, has sacado mi mejor versión, has sufrido estas semanas tanto como yo, las has celebrado tanto como yo... Este aprobado (no definitivo) es tan tuyo como mío...

martes, 4 de junio de 2013

Cualquier día es bueno para preguntarte cómo tienes las alas...


Una canción tocada “al azar” (nada de azar, es de las que tienen gancho y, precisamente por eso, ocupa la primera pista del CD). Mi padre siempre ha sido de los que se queda con la musiquilla, pero no hay forma de que retenga la letra. Como herencia, la música es lo primero que me engancha de una canción. Pero soy de Letras, así que termino quedándome con frases al vuelo...

Ni siquiera puedo decir que arriesgué las alas como Ícaro,
porque las tengo intactas, porque las tengo blancas de no volar.

Ícaro (Jesús Sanjuán)

Ya hablé en su día de las canciones que dan en el clavo y del miedo a lanzarse (soy A, B, C, termino repitiendo temas…). Y en esas estamos, unos años después, pero igual en esencia… En apariencia voy descubriendo arrugas, pero ahí sí que no podemos hacer nada…

Total, que una cosa es que en esencia siga igual y otra que termine escribiendo lo mismo una y otra vez, mal iríamos… Nada de hablar de canciones que dan en el clavo ni de miedos a lanzarse, seguro que tú también has pensado todo eso alguna vez, ¿no? Cualquier día es bueno para preguntarte cómo tienes las alas…