lunes, 10 de mayo de 2010

¿Te hago sitio en el mío?

- ¿Qué piensas?
- Nada.
- ¿Cómo que "nada"?
- Pues eso, "nada"... ¿Qué piensas tú?
- ¡Muchas cosas!
- ...
- ¡Claro que sí! Yo pienso mucho, ¿sabes? Demasiado quizás... Pienso en qué quieres decir cuando hablas... En qué quieres decir cuando no hablas... En qué sientes, qué te preocupa, si disfrutas, si eres feliz... Y eso sólo cuando pienso en ti... Que pienso más cosas, vaya... Y parece que de tanto pensar me crece el cerebro y me encoge la cabeza... Bueno, eso no viene a cuento... ¿Ves? Pienso tanto que me voy del tema y me disperso y... ¿Por dónde iba? Ah, sí, por cómo te sientes... Qué sé yo... No sé explicar cómo me siento yo... ¡¿Cómo voy a jugármela con cabezas ajenas?! No es que tú seas ajeno... Eres cercano... Pero un "nada" es muy indeterminado, deja demasiado a la interpretación... No sé qué hacer con un "nada", ¿me entiendes? ¿Qué hago con un libro abierto que tiene las páginas en blanco? Mi libro tiene los márgenes llenos de garabatos... Incluso un marcapáginas para recordar por dónde voy, y... Y creo que he vuelto a irme del tema... En fin... ¡¿Es que no dices nada?!
- No sé... Hay demasiados garabatos, se ha caído el marcapáginas... Y yo soy un libro en blanco...
- Lo has entendido todo al revés...
- No, si está bien. Me gusta. Aunque no me extraña que tengas el libro lleno de garabatos... ¿Te hago sitio en el mío?

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